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¿Por qué la estrategia debe preceder a la tecnología?

Escrito por Ileana Cruz | 26/10/2023

En la era digital en la que vivimos, la tecnología se ha convertido en el pilar de muchas empresas e industrias, prometiendo innovaciones y soluciones a problemas que antes parecían insuperables. Sin embargo, en el afán de mantenerse al día y no quedarse atrás, muchas organizaciones caen en la trampa de adoptar tecnologías sin tener un plan o estrategia clara, que los puede llevar a tomar decisiones apresuradas.

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¿Por qué la estrategia debe preceder a la tecnología?

Desde aplicaciones móviles hasta sistemas de gestión empresarial, la tecnología facilita la operatividad, conectividad y eficiencia de las organizaciones. Sin embargo, con el torrente de innovaciones tecnológicas surgiendo a un ritmo vertiginoso, las empresas corren el riesgo de caer en la trampa de adoptar tecnología por el mero hecho de estar a la vanguardia, sin una estrategia clara que respalde esta decisión. Pero, ¿por qué es crucial que la estrategia preceda a la adopción tecnológica? Este tema se adentrará en la importancia de tener una visión, objetivos y planificación sólidos antes de embarcarse en cualquier inversión tecnológica, argumentando que es la estrategia y no la tecnología per se, la que realmente impulsa el éxito y la transformación de una organización.

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La tecnología es una herramienta, no un fin en si misma

Es esencial entender que la tecnología es una herramienta, no un fin en sí misma. Es cierto que la tecnología puede ser un catalizador potente y de mucha ayuda, pero sin un objetivo claro y preciso de para que se quiere utilizar, su implementación puede resultar en desvíos costosos y soluciones poco óptimas que van a recaer en grandes gastos de dinero sin tener una solución.

Por ejemplo, Pensemos en la tecnología como el motor de un barco; por más potente que sea, si no se tiene un rumbo definido, el barco puede terminar dando vueltas sin llegar a un destino concreto.

La estrategia, por otro lado, ofrece ese norte, ese destino donde estamos y hacia dónde queremos llegar. Define dónde quiere llegar la organización, qué problemas específicos pretende resolver, y cómo piensa abordar los desafíos que se presenten en el camino. Con una estrategia en mano, es más fácil identificar qué tecnologías son las más adecuadas y correctas siempre buscando la ayuda de personas expertas que conozcan del tema y se dé un buen asesoramiento para alcanzar esos objetivos y cómo deben implementarse para obtener los máximos beneficios.

La adopción de tecnología sin una estrategia clara puede llevar a soluciones fragmentadas. Si cada departamento o equipo de una organización adopta diferentes herramientas tecnológicas sin una visión cohesiva, se corre el riesgo de crear silos que no se comunican entre sí, lo que dificulta la colaboración y la eficiencia y se puede llegar a formar más que una mejora una piedra en el camino para las organización he aquí porque es tan importante la búsqueda la educación y el asesoramiento por parte de empresa o personas que conozcan el tema y puedan acerquen a una recomendación más precisa .

La cuestión del retorno de inversión (ROI). Las tecnologías emergentes pueden ser costosas, y sin una estrategia que guíe su adopción, es difícil medir si están ofreciendo el valor esperado, en que tiempo todo lo invertido tendrá un retorno, ya que no se tiene el control ni se conoce las estrategias claras. Una estrategia bien pensada y articulada ofrece métricas y objetivos claros, facilitando la evaluación del impacto real de la tecnología en el desempeño de la organización.

La estrategia ofrece una hoja de ruta para la adopción de tecnología, estableciendo etapas y metas claras, lo que permite una transición más fluida hacia la digitalización. Este enfoque gradual y bien planificado facilita la adaptación de los miembros de la organización y minimiza las resistencias al cambio, que suelen ser uno de los principales obstáculos en la implementación de nuevas tecnologías, esto hace que sirva como un verdadero facilitador de la misión de la organización, en lugar de convertirse en un fin en sí mismo. Alinea la tecnología con los valores y principios de la entidad, asegurando que los avances tecnológicos se utilicen de manera ética y responsable.

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Aunque la tecnología representa una herramienta poderosa para impulsar la innovación y mejorar la eficiencia, debe ser precedida por una estrategia sólida que guíe su adopción e implementación. De esta manera, las organizaciones pueden asegurarse de que sus inversiones en tecnología se traduzcan en un verdadero valor añadido, promoviendo el crecimiento sostenible y el éxito a largo plazo.

Si bien vivimos en un mundo impulsado por la tecnología, es vital que las organizaciones no pierdan de vista la importancia de la planificación estratégica.

La estrategia debe ser la brújula que guíe el camino, asegurando que la tecnología adoptada no solo sea la más avanzada, sino también la más adecuada para cumplir con los objetivos y aspiraciones de la organización. Porque, después de todo, no se trata de tener la tecnología más reciente, sino de cómo esa tecnología puede ayudar a alcanzar una visión y misión concretas, en el ámbito que sean desarrolladas e implementadas.

La adopción de nuevas tecnologías sin una estrategia claramente definida es como navegar en aguas desconocidas sin mapa. Por más avanzada o prometedora que sea una herramienta tecnológica, su verdadero valor radica en cómo se alinea con los objetivos y metas de una organización. La estrategia actúa como un faro, proporcionando dirección y propósito, asegurando que la tecnología se utilice de manera que fortalezca la misión de la entidad, en lugar de desviarla o complicarla innecesariamente.

Qué beneficios trae colocar la estrategia antes que la tecnología.

En última instancia, poner la estrategia antes que la tecnología garantiza que las inversiones en innovación produzcan un retorno significativo y sostenible. Permite a las organizaciones moverse con propósito en el dinámico paisaje tecnológico, eligiendo soluciones que no solo son innovadoras, sino también relevantes y valiosas para sus operaciones y su base de clientes. En un mundo en constante evolución, la claridad estratégica es la clave para asegurar que la tecnología sirva como un catalizador para el éxito y no como un mero capricho pasajero.